En el mundo de la relojería fina existen obras que trascienden su función práctica para convertirse en arte, en símbolo y en misterio. Uno de los ejemplos más icónicos es el Jaeger-LeCoultre Atmos, un reloj de mesa tan extraordinario que parece desafiar las leyes de la física: funciona sin necesidad de cuerda, batería ni electricidad, alimentado por los cambios de temperatura y presión atmosférica…